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jueves, 19 de agosto de 2010
Editorial de "El Nacional" : La libertad de expresión
Un tema mundial
El problema de la delincuencia en Venezuela fue convertido por el Gobierno en un tema internacional. La publicación en este diario de una fotografía testimonial y la reacción violenta del Gobierno ahora forman parte de un dilema que llevó la situación venezolana a la primera plana de los grandes diarios y a los programas noticiosos de la televisión.
Nadie entiende cómo una denuncia documentada se haya podido convertir en delito de Estado y sea utilizada para reiterar la política oficial de castigar lo que llama "delitos de opinión". Nadie, en su sano juicio y con la ponderación que demandan los asuntos públicos, puede suponer que con medidas de censura se resuelven problemas de tanta significación para la sociedad como la delincuencia.
No ha habido periódico en América Latina o en España, y en países de otras lenguas, que no haya expresado su estupor y su sorpresa. Desde las primeras planas de la gran prensa mundial que a diario muestra Newseum, el gran museo de la noticia de Washington, hasta El Tiempo y El Espectador, El Comercio de Quito, El Mercurio de Chile, Clarín y La Nación de Buenos Aires e innumerables periódicos de la región, incluidos los venezolanos que reprodujeron la foto de El Nacional en un gesto de solidaridad con la sociedad venezolana, la cuestión trascendió lo particular para convertirse en algo que concierne a todos.
Las amenazas a la libertad de expresión constituyen un aspecto que no ha sido eludido y la comunidad internacional no es ni será indiferente. Los ataques contra ese derecho son algo tan anacrónico en América Latina que a los gobiernos que los practican les será imposible eludir la rendición de cuentas.
En organismos como la OEA o Mercosur el cumplimiento de protocolos democráticos es obligatorio por parte de los estados miembros. Esta es una de las reservas de parlamentos como el de Paraguay y, en su momento, el de Brasil, para vetar el ingreso de Venezuela. Países que padecieron dictaduras como los del Cono Sur hicieron constar en sus tratados que la integración sólo fue posible por el restablecimiento de la democracia.
Los gobiernos democráticos del hemisferio están vigilantes frente a esas tendencias demasiado graves del gobierno bolivariano. Las dictaduras son incompatibles con la integración y con la relación civilizada y confiable entre estados.
Tanto el Bloque de Prensa, como la Sociedad Interamericana de Prensa y las universidades toman y tomarán cartas en este problema. Varios países de América Latina son particularmente sensibles frente a la violencia y el crimen vinculados con el narcotráfico, pues son temas que trascienden las fronteras. De modo que las políticas contra la delincuencia afectan a todos.
De ahí la extrañeza que en nuestro continente causa la reacción roja rojita frente a quienes nos esmeramos en el combate contra ese flagelo.
el-nacional.com
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