“Estamos en paz porque derrotamos al fascismo, al odio, les hemos vencido. Hemos consolidado la paz por ahora y para siempre”. Nicolás Maduro ofreció el miércoles al país su resumen anual, llamado Memoria y Cuenta, como si nada hubiera pasado en Venezuela. El presidente de facto aprovechó su intervención, plagada de fake news, para informar de cómo piensa hacerse un traje a la medida para impulsar su “nueva democracia” con la Constitución Bolivariana.
Por Daniel Lozano / elmundo.es
Y para ello ha elegido un comité de «expertos» de «primer nivel» revolucionario, que trabajará con la Asamblea Nacional chavista, tan fraudulenta como su presidente: su mujer Cilia Flores, que encabeza la familia política más poderosa en el seno bolivariano; su vicepresidenta ejecutiva, Delcy Rodríguez; su fiscal favorito, Tarek William Saab, a la cabeza de la represión judicial en los últimos años; y el veterano constitucionalista Hermann Escarrá, hombre para todo en el palacio de Miraflores.
Tan medido está todo que el referéndum sobre la reforma constitucional se llevará a cabo a finales del año, la última de las 10 elecciones prometidas por el mandamás bolivariano, incluidas las parlamentarias, regionales y municipales. Entre el megafraude de las elecciones presidenciales y el referéndum sobre el Esequibo, territorio en disputa con la vecina Guyana, son más de 10 millones de votos manipulados por el Consejo Nacional Electoral (CNE) al servicio del chavismo en un solo año.
La puesta en escena revolucionaria quería mostrar a un Maduro en su papel de dictador atornillado, pero también como un estadista internacional capaz de participar en la tregua de Gaza, como insinuó, y de unir a la izquierda mundial, porque como ya ha repetido en varias alocuciones, “no hay izquierdas buenas o izquierdas malas”. Imbuido por esta concordia internacional, Maduro justificó que sus amenazas de invasión contra Puerto Rico, estado libre asociado a Estados Unidos, habían sido una broma.
Horas más tarde salía de prisión el activista defensor de periodistas Carlos Correa, director de Espacio Pública, cuya libertad habían exigido organismos internacionales y el presidente colombiano Gustavo Petro, que envió a su embajador en Caracas a la coronación del pasado viernes.
Por supuesto un mandatario que, pese a su victoria sobre el tándem democrático, no las tiene todas consigo, por lo que repitió llamados para estar alerta “ante las amenazas del fascismo”, además de ordenar que se «aceiten» los fusiles por los reclamos de invasión extranjera realizados por los ex presidentes colombianos Álvaro Uribe e Iván Duque. Obediente, el ministro de Interior, Justicia y Paz, Diosdado Cabello, volvió a patrullar las calles de Caracas horas más tarde.
Maduro también aseguró que sus hombres han encerrado a 150 extranjeros de 25 nacionalidades distintas, todos ellos «terroristas», «sicarios» o «mercenarios», uno de los argumentos más usados para la conspiratoria bolivariana. Entre los encarcelados se encuentra una quincena de españoles, incluidos los dos turistas vascos apresados en agosto mientras estaban de vacaciones en el Amazonas.
Edmundo, invitado por Trump
La nueva Administración estadounidense ha invitado a Edmundo González Urrutia, a quien el actual Gobierno reconoce como presidente electo de Venezuela, a la toma de posesión de Donald Trump. “González ha confirmado su asistencia y se trasladará este fin de semana a Washington, donde también espera reunirse con otros miembros de la nueva Administración”, informó la oposición venezolana.
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