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miércoles, 12 de febrero de 2025

El Movimiento estudiantil en Venezuela resiste de manera silenciosa

 


Hoy, Día de la juventud, representantes del movimiento estudiantil afirmaron en que no han renunciado a su compromiso con el país, pero reconocieron los graves riesgos que corren al participar activamente en las protestas, sobre todo después de las elecciones presidenciales, cuando el régimen de Nicolás Maduro detuvo a cientos de jóvenes que simplemente reclamaban respeto por la democracia. Los dolorosos años 2014 y 2017, marcados por la cruenta represión, dejaron decenas de estudiantes asesinados






El movimiento estudiantil en Venezuela ha sido históricamente un actor clave en la vida democrática del país, pero hoy esa lucha no es la misma. La represión ha redefinido la manera en la que los jóvenes se organizan y los ha obligado a dejar atrás las protestas masivas para adoptar posiciones más discretas, casi de resistencia silenciosa. La persecución es real y el miedo también. Tanto así que los entrevistados, estudiantes de tres universidades públicas del país, pidieron anonimato para este reportaje, una decisión que, por sí sola, dice mucho sobre la situación que enfrentan. No solo ellos, si no la mayoría de la población venezolana.

En la última década, los estudiantes han sido testigos y víctimas de la brutalidad estatal en las protestas, enfrentando detenciones arbitrarias, torturas y asesinatos a manos de los cuerpos de seguridad. Entre 2014 y 2017, miles de jóvenes salieron a las calles para exigir democracia y derechos fundamentales, pero muchos no volvieron a casa.

En 2014, Bassil Da Costa fue una de las primeras víctimas mortales de la represión: lo asesinaron en Caracas durante una protesta. En ese año, también murieron Robert Redman, Génesis Carmona, Geraldine Moreno por el uso desproporcionado de la fuerza. Tres años después, en 2017, el país lloró la muerte de Juan Pablo Pernalete, quien falleció tras el impacto de una bomba lacrimógena en el pecho disparada por la Guardia Nacional, de Fabián Urbina, asesinado por un disparo de la misma fuerza de seguridad, y de Armando Cañizález, violista del sistema de orquestas, quien murió luego de recibir un disparo en el cuello por parte, también, de la Guardia Nacional.

 

Movimiento estudiantil en Venezuela, casi en resistencia silenciosa

Jóvenes intentan socorrer a Bassil Da Costa, herido de bala durante una protesta el 12 de febrero de 2014 en Caracas | Foto AFP

 

El activismo se convirtió en un ejercicio de sobrevivencia

Carlos Mendoza* recordó en entrevista con El Nacional cuando las calles eran el escenario natural de la protesta y las universidades eran espacios de articulación. Reconoció que el activismo estudiantil se ha convertido en un ejercicio de sobrevivencia y que cualquier manifestación puede terminar en detenciones arbitrarias o desapariciones forzadas.

«Cada acción debe medirse con extrema cautela. Los principales desafíos que enfrentamos incluyen la criminalización de la protesta, la infiltración y el espionaje dentro de las universidades, el éxodo masivo de líderes y estudiantes, y la precarización de las condiciones educativas», señaló el dirigente.

Es decir, aclaró, que la estrategia del régimen no se limita solo a la represión en la calle: la asfixia económica de las universidades también juega un papel clave. «Si no tenemos profesores ni recursos básicos, ¿cómo nos organizamos políticamente?», preguntó.

Para Luisana Ramírez*, el régimen transformó la militancia en una trampa y lamentó que cada vez más estudiantes hayan optado por mantener perfil bajo, la clandestinidad o el exilio.

«Los jóvenes no solo luchan por sus derechos como estudiantes, sino también por el derecho a opinar, a ser escuchados y a vivir en un país democrático. Uno de los mayores desafíos ha sido la constante persecución política. Las amenazas, las detenciones arbitrarias y los hostigamientos son comunes».

Destacó que la criminalización de la protesta causa un miedo paralizante, un sentimiento que se ha ido normalizando, pero insiste en que hay quienes siguen resistiendo, incluso bajo las condiciones más adversas.

 

Movimiento estudiantil en Venezuela, casi en resistencia silenciosa

Edmundo González y María Corina Machado durante un mitin en la Universidad Central de Venezuela, el 14 de julio de 2024 | Foto AFP

 

La crisis económica también ha impactado en el liderazgo

Miguel Torres también cree que la crisis económica ha llevado a muchos jóvenes a preocuparse más por llegar a fin de mes que por salir a protestar. Resaltó que se pasó de las protestas masivas de 2014 o 2017 a un activismo principalmente en redes sociales y en otras plataformas digitales, que le ha permitido a los estudiantes organizarse de manera más discreta y evitar, en la medida de lo posible, represalias directas.

«Esto, desde mi punto de vista, se debe a los cambios políticos y sociales que ha atravesado el país, entre los que son importantes destacar la pandemia del covid-19 y el aumento desmedido de la represión por parte del Estado», expuso.

«Siempre ha habido estudiantes que trabajan y estudian, pero nunca ha habido tantos como ahora. El nivel de convocatoria se ve afectado ya que actualmente el estudiante se lo piensa dos veces antes de decidir faltar o llegar tarde a su lugar de trabajo; en muchos casos ese puede ser su único ingreso», agregó el joven.

A esto, indicó, se suman el miedo, la falta de recursos, la desinformación y la sensación de desesperanza «que pesa cada vez más» en los venezolanos.

Tras el fraude en las elecciones presidenciales del 28 de julio, que dice Nicolás Maduro haber ganado sin publicar una sola prueba que lo demuestre, se han cerrado aún más los espacios de protesta. Con cientos de presos políticos, muchos de ellos jóvenes y estudiantes, el mensaje desde la autocracia parece claro: no habrá margen para la disidencia ni para quienes reclamen democracia.

El movimiento estudiantil en Venezuela no ha desaparecido

Los dirigentes resaltaron que el movimiento estudiantil en Venezuela ha cambiado, pero resaltaron que no ha desaparecido. Aunque su impacto en las calles ya no es el mismo comparado con años anteriores,  su lucha se ha adaptado a un entorno cada vez más hostil.

 

Movimiento estudiantil en Venezuela, casi en resistencia silenciosa

Estudiantes en el homenaje a Juan Pablo Pernalete, joven asesinado por militares durante una protesta en abril de 2017 | Foto AFP

 

Una generación que solo ha conocido la doctrina de Chávez

Carlos Mendoza, de la generación que solo ha conocido la doctrina implementada por Hugo Chávez, describió este cambio: «En 2007, los estudiantes eran la vanguardia de la lucha democrática, con protestas multitudinarias y un impacto comunicacional potente. En 2014 y 2017 enfrentamos una represión brutal, con cientos de jóvenes asesinados o encarcelados, pero aún existía un margen de acción que nos permitía organizarnos en las calles. Hoy, la represión ha evolucionado».

Declaró que no se trata solo de la violencia en las protestas, sino de una estrategia sistemática de miedo: detenciones selectivas, vigilancia digital, ataques directos contra líderes estudiantiles y amenazas constantes. Ponderó que muchos jóvenes se ven obligados a elegir entre el activismo y la necesidad de sobrevivir. Aun así, insistió en que siguen reinventándose.

«Seguimos aquí porque entendemos que la historia de Venezuela ha demostrado que los jóvenes siempre han sido clave en los momentos de cambio», manifestó Mendoza.

Luisana Ramírez coincide en que el contexto es muy distinto y que en aquellos momentos hubo una movilización masiva, con grandes manifestaciones y una sensación de unidad.

Hoy, en cambio, considera que la falta de un espacio seguro para la protesta ha sido uno de los golpes más duros para el movimiento y destacó que la persecución y la intimidación ya no solo se ejerce en la calle, sino en las propias aulas y pasillos de las universidades. A pesar de esto, reconoció que el activismo solo ha cambiado de forma.

 

Rafaela Requesens, expresidenta de la FCU-UCV y otros estudiantes durante la visita de Juan Guaidó, expresidente interino de la República, a la casa de estudios en febrero de 2019 | Foto AFP

 

«Siempre hubo persecución, pero no como ahora»

No es solo la represión en la calle o en las universidades lo que afecta la capacidad de los estudiantes para movilizarse, Miguel Torres señala otro factor determinante en los últimos años: la persecución mediática.

«Siempre hubo persecución y detenciones, pero nunca como ahora», reconoció.

Destacó que existe una campaña de hostigamiento en medios estatales, donde programas como Con el mazo dando —que conduce Diosdado Cabello, ministro de Interior y secretario general del Partido Socialista Unido de Venezuela—, se dedican a señalar y exponer a líderes estudiantiles, lo que ha aumentado el miedo y el riesgo de represalias.

«Esto genera un incremento del miedo tanto en los representantes estudiantiles como en el resto de los estudiantes, lo que claramente hace que los niveles de participación disminuyan de forma considerable», dijo el dirigente.

La intimidación, según Torres, ha provocado una caída significativa en los niveles de participación en las convocatorias.

«Nuestra lucha es legítima y necesaria»

Carlos Mendoza reflejó la magnitud del terror y la angustia, y destacó que el régimen de Nicolás Maduro pretende paralizar a toda una generación con las detenciones. Sin embargo, subrayó que la resistencia se ha vuelto más estratégica, recurriendo a la denuncia internacional, la organización digital, protestas pacíficas y espontáneas y la articulación con otros sectores de la sociedad.

En las últimas semanas, estudiantes de la Universidad Central de Venezuela, de la Universidad Católica Andrés Bello, ambas en Caracas, desplegaron pancartas gigantes en las que señalaron el número de votos que Edmundo González Urrutia obtuvo en las elecciones presidenciales: 7.443.584. También lo hicieron estudiantes de casas de estudios del interior del país.

 

Movimiento estudiantil en Venezuela, casi en resistencia silenciosa

Pancarta desplegadas por estudiantes en la UCAB con la cantidad de votos que Edmundo González obtuvo el 28 de julio

 

Por su parte, Luisana Ramírez subrayó que el impacto de las detenciones va más allá de los arrestos individuales porque envían un mensaje claro de intimidación a los estudiantes. Esta estrategia de represión ha provocado un clima de temor e incertidumbre, donde muchos temen «participar en protestas o incluso de expresar su opinión públicamente».

A pesar de este contexto, la dirigente reconoce que la situación ha generado mayor solidaridad entre los jóvenes y una creciente conciencia de la necesidad de resistir, «Nuestra lucha es legítima y necesaria», expresó.

Un país donde pensar distinto no sea un crimen

Los representantes del movimiento estudiantil, hoy Día de la Juventud, afirmaron en que no han renunciado a su compromiso con el país. En opinión de Mendoza, el 12 de febrero no es solo una fecha simbólica, sino un recordatorio del papel protagónico que ha tenido la juventud venezolana en la lucha por la libertad, desde la independencia hasta la actualidad.

«A pesar de todo, seguimos aquí porque creemos en un país donde pensar distinto no sea un crimen. El miedo que nos quieren imponer no será eterno y seguimos organizándonos, aunque no siempre podamos estar en las calles», afirmó.

 

Policías reprimen una protesta de estudiantes de la Universidad Central de Venezuela el 4 de mayo de 2017 | Foto AFP

 

Torres pidió a los venezolanos, especialmente a los jóvenes, que no se rindan.

«La situación actual del país nos ha desmoralizado a todos, pero no podemos perder el norte. No podemos dejar de luchar por la Venezuela que queremos y no podemos dejar en manos de otras personas el trabajo que nos corresponde a nosotros. No hay nadie a quien le duela más el país que a nosotros mismos», declaró.

Un estudiante detenido, una voz que intentan silenciar

Carlos Mendoza también dirigió un llamado a la comunidad internacional: «Les pedimos que no nos olviden. Que cada estudiante detenido es una voz que intentan silenciar, y la presión puede marcar la diferencia».

Destacó que reconstruir la democracia en Venezuela no es un sueño, sino una necesidad y manifestó que confía en que, aunque el presente sea difícil, la historia ha demostrado que los regímenes autoritarios no son eternos.

Luisana Ramírez resaltó asimismo que el Día de la Juventud simboliza el poder y la esperanza que los jóvenes representan para el futuro de Venezuela. Reafirmó el compromiso de su generación con la lucha por la libertad, la democracia y la justicia. «A pesar de los obstáculos, seguimos comprometidos con la reconstrucción de nuestro país», enfatizó.

 

La líder opositora María Corina Machado en una manifestación convocada por estudiantes en junio de 2014 | Foto AFP

 

«A los venezolanos les digo que no estamos solos, que debemos seguir luchando por nuestros derechos, por la libertad de expresión y por la autonomía de nuestras universidades», agregó Ramírez, quien subrayó que la juventud será clave en la construcción del futuro de Venezuela.

Así como la dirigente estudiantil, Mendoza subrayó el papel determinante de la presión internacional en la exigencia de respeto a los derechos humanos, la liberación de presos políticos y la promoción de un verdadero proceso de diálogo que permita una salida pacífica y democrática.

«El futuro de Venezuela depende de todos nosotros, y la juventud está dispuesta a seguir luchando por él», dijo.

*Los nombres son ficticios con el objetivo de proteger la identidad y garantizar la seguridad de los dirigentes estudiantiles que ofrecieron sus declaraciones.

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