
En una elegante torre de oficinas de Kiev, un grupo de ingenieros se reúnen alrededor de un nuevo dron de ataque de color negro carbón llamado Batyar, “El Rebelde”.
Por Infobae
Parece un análogo cercano de los drones iraníes-rusos Shahed que han estado aterrorizando las ciudades ucranianas durante los últimos meses.
Con un alcance de hasta 1.500 kilómetros, un costo de sólo 25.000 dólares y un sistema óptico de reconocimiento del terreno que lo hace resistente a la mayoría de interferencias electrónicas, es probable que el modelo ofrezca una dura competencia a su rival ruso.
Es el esfuerzo conjunto de empresas ucranianas y estadounidenses, una de las muchas colaboraciones en las que se comparte y perfecciona la tecnología en combate.
“Las grandes corporaciones estadounidenses están asustadas”, dice el oficial ucraniano que coordina el proyecto. “Saben que no pueden competir”.
La guerra ha convertido a Ucrania en un líder mundial en tecnologías de drones, superando a muchas armas occidentales, como los misiles antitanque Javelin.
Sin embargo, su esfuerzo bélico sigue dependiendo en gran medida del apoyo militar occidental y estadounidense. A última hora del 3 de marzo, la Casa Blanca suspendió toda la ayuda militar a Ucrania, hasta que el gobierno de Kiev mostrara un mayor compromiso con los planes de paz de Donald Trump.
Los rumores de una medida de ese tipo comenzaron antes de la reunión de Donald Trump y Volodímir Zelenski en la Oficina Oval el 28 de febrero.
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