
Por Francisco Argüello | SEMANA
Carlos Lehder, uno de los fundadores del cartel de Medellín, habló con SEMANA sobre su regreso a Colombia. Reveló detalles desconocidos de sus 33 años en una cárcel en Estados Unidos, se refirió a los nexos del narcotráfico con los políticos y les envió un mensaje a quienes se dedican al negocio de la droga
SEMANA: Su llegada a Colombia, luego de 38 años de su extradición a Estados Unidos por narcotráfico, ha causado sorpresa. ¿Cuál fue esa primera impresión que tuvo al pisar de nuevo el país y Bogotá?
Carlos Lehder: Estoy muy admirado del crecimiento, sobre todo de la expansión y la modernización de Bogotá, que, sin duda, es un lujo para Suramérica. Estoy muy complacido de estar en Colombia, mi patria. Hace casi 40 años me extraditaron de mi país, hoy me encuentro bien y satisfecho.
SEMANA: Al llegar a El Dorado, hubo un incidente con las autoridades colombianas. ¿Qué fue lo que ocurrió?
Carlos Lehder: Antes de viajar a Bogotá, estando en Alemania, conseguí, mediante los abogados, un certificado en el que constaba que no tenía ningún cargo judicial pendiente en Colombia y ninguna vinculación con delito alguno. Ya tenía ese documento. Visité el consulado de Colombia en Fráncfort, un lujo de lugar, allí obtuve mi pasaporte y mi cédula que recibí recientemente. Consulté si tenía algo pendiente en Colombia y me dijeron que no. Entendí que tenía como una alarma, pero no un caso porque el que figura allí ocurrió en 1985 y era por unas armas y una cocaína. Bajo todas las luces jurídicas había expirado. Cuando llegué a Bogotá, lo que se encontró fue esa alarma y por eso me detuvieron.

SEMANA: ¿Hoy tiene algún proceso judicial pendiente en Colombia?
Carlos Lehder: Absolutamente ninguno. La jueza, muy expeditamente, me dejó en libertad el lunes pasado a las diez de la mañana. Ella consideró que esa sentencia ya se había vencido.
SEMANA: Luego de pagar 33 años de cárcel en Estados Unidos, ¿alcanzó a pensar que lo esperaban otros diez años de prisión en Colombia? ¿Qué pasó por su mente en ese momento?
Carlos Lehder: Me dio incomodidad, susto. Estaba bien informado sobre mi situación jurídica, pero no sabía de la magnífica tecnificación cibernética que tienen ahora la Fiscalía, la Policía y el Ministerio de Justicia, todo fue muy rápido. Mi abogada, Sondra Macollins, presentó un recurso de habeas corpus y el lunes la jueza resolvió.
SEMANA: ¿Por qué viajó sorpresivamente a Colombia procedente de Alemania? Nadie lo entiende hoy.
Carlos Lehder: Estuve hace un mes paseando por la costa de España y llegué a ciertas conclusiones. Viendo allí a la comunidad hispana, sus comidas, me acordé de nuestra Colombia maravillosa. Escribí el libro Vida y muerte del cartel de Medellín, editado en este país en 2024. Entonces voy a asistir a la Feria del Libro de Bogotá, en abril, para presentarlo. Igualmente, hace muchísimos años que no veo a mi familia. Tengo un tío que acaba de cumplir 94 años y quiero preguntarle qué come para ponerme a hacer la misma dieta, porque él está perfecto.
SEMANA: Los llamados extraditables siempre dijeron: “Preferimos una tumba en Colombia que una celda en Estados Unidos”. Después de estar 33 años en ese país, ¿qué les dice a las disidencias de las Farc, al ELN y a los narcotraficantes que se disputan el negocio de la droga?
Carlos Lehder: Traficar con cocaína es un mal negocio. Puede ser un negocio lucrativo transitoriamente, pero las autoridades están tan tecnificadas, está la cibernética, los medios aéreos y demás, que más temprano que tarde los van a arrestar o a matar. Pueden tener toda la plata del mundo, pero uno muerto de qué sirve. Cometí el error de escoger la profesión equivocada: ser traficante de cocaína. En Colombia no voy a participar en ningún hecho político ni a promover políticas ni a inmiscuirme en este tema, pero en este país no existe ninguna razón válida para que existan guerrillas. Yo les diría a los guerrilleros que a los que les guste el comunismo, pues empaquen su morral y se vayan a vivir a Cuba a ver cómo les va.

SEMANA: El cartel de Medellín fue el responsable del magnicidio del exministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, cometido el 30 de abril de 1984. ¿Usted participó de ese crimen que tanto dolor le causó a Colombia?
Carlos Lehder: No, ni siquiera sabía que Pablo Escobar lo iba a matar. Me pareció un error gravísimo porque teníamos conocimiento de que el presidente Belisario Betancur, en seis meses, lo iba a remover de ministro y lo iba a enviar de embajador a España. Eso lo contó la gente del cartel de Medellín.
SEMANA: Es decir, ¿Betancur les iba a hacer casi que un favor a los narcos al enviar al extranjero al ministro que más declaró en ese momento la guerra a los capos?
Carlos Lehder: No sé qué diferencias había entre Betancur y Lara Bonilla. Yo estaba clandestino cuando mataron al exministro, andaba en los Llanos porque él ya había ordenado mi arresto para mi extradición. Cuando estaba cenando en la hacienda, llegaron los cocineros a nuestra mesa. “¡Don Carlos, don Carlos!”, me dijeron. Y me informaron: “Mataron al ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla”. Quedé sorprendido. Así me enteré de esa muerte. Ese asesinato fue un absurdo porque teníamos muy buena información que apuntaba a que él sería removido de su cargo. Lo dije en mi libro y se lo reitero a SEMANA: no tuvimos absolutamente nada que ver en esa muerte. Me refiero a mí, a Jorge Ochoa y a Alonso Cárdenas (cuñado de Ochoa), quien tampoco sabía. Fue una cuestión estrictamente de Pablo Escobar y de su combo de pistoleros. Él fue el autor de ese asesinato. Años después, aparentemente, él confesó eso, pero yo no tengo absolutamente nada que ver con la muerte del doctor Lara Bonilla.
SEMANA: ¿Usted le reclamó a Pablo Escobar por ordenar el magnicidio del entonces ministro de Justicia?
Carlos Lehder: Le reclamé porque dos días después de que los pistoleros de Pablo Escobar cometieron ese asesinato, el presidente Belisario Betancur firmó mi extradición a Estados Unidos. Pablo me ofreció excusas. Eso fue en Nicaragua, cuando ambos estábamos en Managua. Yo estaba clandestino antes que él. Pablo primero se fue a Panamá con toda su familia y llevó a todos los pistoleros que habían asesinado al exministro Lara Bonilla porque eran sus guardias personales, y el Gobierno los identificó porque llevaban varios años con él. Como el presidente Betancur decretó un estado de sitio tras el asesinato de Lara Bonilla, muchos huyeron. Jorge Ochoa, por ejemplo, se fue para Panamá; Gonzalo Rodríguez Gacha, igualmente. Gilberto Rodríguez Orejuela cogió para el mismo destino, pero yo no confiaba mucho en el general Manuel Antonio Noriega y me fui a Nicaragua. Al mes y 20 días vino una asistente del exministro nicaragüense Tomás Borge y me preguntó: “¿Usted tiene algún problema con Pablo Escobar?”. Yo le respondí que no y les dije que él estaba muy cómodo en Panamá. Y ella me aclaró: “No, señor, Pablo está aquí”. Y me llevaron a reunirme con Pablo.
SEMANA: ¿En qué términos se dio ese reclamo a Pablo Escobar?
Carlos Lehder: Pablo no era alguien al que uno le fuera, simplemente, a reclamar algo. Él se convirtió en un monstruo, en un terrorista, y causó un desastre imperdonable en Colombia contra el Gobierno. Pablo no le tenía miedo absolutamente a nadie, excepto a ser extraditado. Yo, discretamente, le pregunté: ¿por qué no me avisó? Y él me dijo: “No, lo lamento mucho, fue un arrebato que yo tuve”. Él, según contó, llamó a su gente, al Chopo, a la Yuca, a varios, y les prometió una casa a cada uno si iban hasta Bogotá y mataban al ministro Lara Bonilla. Ese asesinato fue muy distinto a los crímenes políticos en otras partes del mundo, donde son sofisticados y se utilizan francotiradores que no pueden ser detectados. Al ministro lo asesinaron como si fuera un ciudadano común y corriente. Y el señor Lara Bonilla no estaba protegido. No llevaba ni siquiera un carro blindado y eso facilitó su muerte. Pablo me dijo que él había mandado a esa gente a matar al ministro porque lo tenía muy enfurecido, y cuando él se enfurecía, mordía.
SEMANA: Pero usted felicitó a Pablo Escobar por el asesinato de Lara Bonilla. ¿Por qué lo hizo?
Carlos Lehder: Cierto y lamentable. Cuando me entrevisté con Pablo en Managua, lo felicité por haber matado al ministro que nos perseguía. Cometí ese error, en ese momento éramos muy perseguidos por Lara Bonilla. Simbólica y jurídicamente se había convertido en nuestro enemigo, y cuando testifiqué en la Corte Federal en Miami, hablé acerca de esos mismos hechos. Le conté al juez americano que había felicitado a Pablo Escobar cuando ocurrió esa muerte. Hoy, en retrospectiva, me arrepiento. Fue un pronunciamiento lamentable de mi parte. No tengo absolutamente nada que ver no solo con la muerte de Rodrigo Lara Bonilla, sino con la de otros candidatos presidenciales que mataron años más tarde. Todo indica que Pablo cometió esos asesinatos.
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